Seres de inteligencia caducada, al parecer todos hechos en serie. Quizás tengan corazón y sentimientos, pero nunca les dan un uso. Hoy me atrevo a contar lo que la experiencia me enseño de ellos. Hombres, chicos, muchachos, chavales, tíos... llámalos como quieras todo te llevará al mismo lugar. Dicen que todos son iguales, pero no, siempre hay uno más gilipollas que otro. Cuando crees que todo te va bien, ahí están ellos para hundirte. Para hacerte creer que no vales nada, que ellos como no, son mejores que tu. No saben realmente lo que quieren. Si comes mucho, estás gorda. Si comes poco, estás anoréxica. Si vas despacio una cerrada, si corres una guarra. Si hablas resultas pesada, si callas aburrida. Les vendría bien callarse para no parecer imbéciles, ya que al abrir su bocaza y demuestran que lo son. Tíos; siempre el mismo circo, los mismos payasos y la misma función: romperte el corazón. Aún no creo conocer aquel que rompa esta norma, cada cual mas inútil que el anterior, cada cual mas estúpido y a su vez más querido. Ya lo dijo alguien, cuanto más cabrón más nos gusta.
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